sábado, 20 de septiembre de 2008

El origen de la Biblia


EL ORIGEN DE LA BIBLIA

La Biblia, ese libro maravilloso del cual se han impreso más ejemplares que de ningún otro libro sobre la tierra y del cual existen traducciones en casi todas las lenguas existentes. Libro que ilumina a la humanidad y fortalece a quien lo lee y medita.

¿Cómo llegó a nosotros? ¿Cómo se formó? ¿Por qué tiene 73 libros y no 80 ó 50? ¿Cómo sabemos que esos son los libros y no otros? ¿Cómo sabemos que es Palabra de Dios?

Algunas personas contestan, bueno para mí es palabra de Dios porque me emociono cuando la leo, pero otras personas leen libros de otra índole y también se emocionan. La emoción entonces no es señal de inspiración necesariamente.

Para contestar estas preguntas, debemos primeramente remontarnos a los tiempos de Jesús. Cuando El vino a nosotros y durante su vida pública, Jesús se dedicó a predicar y a enseñar. Escogió a los 12 apóstoles y fundó una sola Iglesia católica (Ver Tema“La Iglesia de Cristo”) (Mateo 16,18) a la que le otorga poderes espirituales específicos.

El Señor no escribió nada excepto aquellas palabras sobre el polvo en Juan 8,8.

Una vez el Señor ascendió a los cielos, la Iglesia Católica se esparció por todas partes enseñando a su vez todo lo que el Señor les dijo. Era una enseñanza oral, (Ver Tema Tradición) no había nada escrito.

Conforme se iban desarrollando las comunidades cristianas, se fueron presentando situaciones que requerían la intervención de algún apóstol para aclarar, moderar o atender aspectos de diversa índole. Como era difícil estar en muchos lugares, recurrieron a las cartas. San Pablo empieza con las suyas y gradualmente otros hacen lo mismo. Ninguno de ellos pensó nunca que sus escritos podían llegar a ser parte de la Biblia.

La comunidad iba experimentando la necesidad de contar con relatos que contuvieran los hechos y palabras de Jesús. De este modo unos 10 años después de la ascensión del Señor, aparece el evangelio de San Mateo seguido del de Marcos y luego Lucas. El de San Juan se escribe a finales del siglo primero. Sin embargo muchos otros también escribieron relatos más o menos parecidos a estos evangelios pero que mezclaban hechos probablemente reales con otros fantasiosos. Estos escritos circulaban en las comunidades mezclados con los que después formarían parte de la Biblia.

Apreciamos claramente que aunque la Biblia completa todavía no existía, (Antiguo y Nuevo Testamento) sin embargo la Iglesia si. En otras palabras, la Iglesia existía antes que la Biblia.

Miles de personas se hicieron cristianos a través de la predicación y enseñanzas de apóstoles y misioneros de Cristo creyendo en las mismas verdades que nosotros creemos hoy en día, sin leer o contar con los libros del Nuevo Testamento porque estos simplemente no existían aún.

Este era el panorama durante los primeros 400 años de Iglesia. En esa época existían listas de personas muy santas y doctas que tenían opiniones sobre cuales eran los libros que ellos creían que debían formar parte de la Biblia.

La Iglesia, con la autoridad que Cristo le otorgó en Mateo 16,18-19 (ver Tema “Interpretación de la Biblia”), se reúne en los concilios de de Hipona, en el año 393 y el de Cartago, en el año 397 y 419 y establece la lista o canon, 46 libros para el Antiguo Testamento y 27 para el Nuevo Testamento.

La carta del Papa S. Inocencio I en el 405, también oficialmente lista estos libros. Finalmente, el concilio de Florencia (1442) reitera la lista oficial de 46 libros del Antiguo Testamento y los 27 del Nuevo Testamento.
Entre los criterios para aceptar o no los libros fue que tuviese como autor a un Apóstol o a un discípulo directo de un apóstol; su uso, especialmente en la liturgia en las Iglesias Apostólicas y la conformidad con la fe de la Iglesia.
Así fueron reunidos y preservados por la Iglesia los libros que conforman la Biblia: 73 en total.
Libros que eran disputados, reconocidos por algunos y rechazados por otros, fueron aceptados, como por ejemplo, la epístola de Santiago, segunda carta de San Pedro, segunda y tercera de San Juan, carta a los Hebreos y el Apocalipsis de San Juan. Hubo dudas fuertes y que sin embargo una vez definido por la Iglesia, estos libros fueron aceptados por la autoridad de la Iglesia, en lo sucesivo como inspirados por Dios por el pueblo cristiano.
De esta manera queda fijada infaliblemente la lista de los libros que forman la Biblia.
Todas las versiones de la Biblia que existen hoy, tienen en su nuevo Testamento 27 libros. Los mismos que utilizan algunos grupos para atacar con ellos a la Santa Madre Iglesia, sin saber que a ella le debemos esos libros.
Esta misma Iglesia a la que le reconocen infalibilidad al establecer los libros de la Biblia y que no se la reconocen en otros temas. Como si Dios le hubiera concedido una facultad temporal en una sola ocasión y no para otras.
La Iglesia existía antes de la Biblia, ella la escribió, seleccionó sus libros y ella la preservó. Por medio de ella conocemos con certeza que cosa es Palabra de Dios y que cosa no lo es. Ella es la única que puede interpretarla.

La Biblia nace de la Iglesia y no la Iglesia de la Biblia.

A la pregunta entonces de ¿Cómo saber que ella es Palabra de Dios?

Contestamos que lo sabemos porque la recibimos de la Iglesia.

Si la Iglesia nos hubiera dicho que en vez de 27 libros del Nuevo Testamento, eran 30, hoy creeríamos eso.

San Agustín lo dice de la siguiente manera:

“Creo en la Biblia porque me la dio la Iglesia”

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