sábado, 20 de septiembre de 2008

EL CATECISMO RESPONDE...




¿Para que nos creó Dios?

1 Dios, infinitamente Perfecto y Bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, está cerca del hombre. Le llama y le ayuda a buscarlo, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia. Lo hace mediante su Hijo que envió como Redentor y Salvador al llegar la plenitud de los tiempos. En él y por él, llama a los hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por tanto los herederos de su vida bienaventurada.

Los obispos sucesores de los Apóstoles


EXPOSICIÓN BÍBLICA
Por Juan Leal, S. I.

El n.20 de la constitución dogmática trata de los obispos como sucesores de los apóstoles. Juzgamos muy útil presentar ante todo una síntesis bíblica de la función y misión episcopal como se contiene en el Nuevo Testamento. Atenderemos a su ser y fundamento teológico, que cimienta nuestra fe y respeto a la autoridad, y dejaremos el aspecto ascético y pastoral, que afecta a los propios pastores en sus relaciones de enorme responsabilidad ante Cristo y ante la Iglesia. Este aspecto ascético y pastoral se resume en aquella sentencia de Cristo: «He venido a servir y no a ser servido» (Mt 20,28), y en la lección que sacó del simbolismo del lavatorio: «Si yo, el Señor y Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavar los pies unos a otros» (Io 13,14). Que era tanto como decir que la misión de enseñar, gobernar y santificar que les confiaba, como a enviados suyos, debía enmarcarse en un corazón auténticamente humilde y caritativo, en un servicio humilde y sacrificado.

Dejando, pues, el aspecto pastoral y ascético del número, que es, sobre todo, para ser meditado a la luz de los ejemplos de Cristo y de los dos grandes apóstoles, San Pedro y San Pablo, la panorámica bíblica de nuestro trabajo tendrá las siguientes líneas:

1) La institución y actuación del colegio de los Doce. Hecho bíblicamente bien comprobado y fundamento de toda la jerarquía eclesiástica.

2) La sucesión en general, sin precisar ni su medida horizontal (funciones o poderes que permanecen) ni su línea vertical (personas que suceden). Hecho también bíblicamente claro.

3) La sucesión en particular, concretando tanto la línea horizontal de las funciones y poderes que se transmiten como las personas que suceden a los Doce. La respuesta bíblica es aquí menos precisa, y necesita la luz de la historia eclesiástica.
I. La institución y actuación del colegio de los Doce

Como se trata de un hecho histórico suficientemente claro en el N. T., nos contentamos con trazar la línea literaria de la institución y la actuación de los Doce en cuanto colegio.

A) Los Evangelios

1) Elección de los Doce apóstoles (Mt 10,2; Lc 6,13). Doce «para que fuesen sus compañeros y para enviarlos a predicar» (Mc 3,14).

2) Misión de los Doce discípulos (Mt 10,1; Mc 6,7; Lc 9,1).

3) En la crisis galilea, Jesús dice a los Doce: «¿Queréis también vosotros dejarme?» Respondióle Simón Pedro: «¿A quién vemos a ir?... Nosotros hemos creído...» (Io 6,67-68). «Simón Iscariote, uno de los Doce » (Io 6,71).

4) La tercera predicción de la pasión se hace «tomando aparte a los Doce» (Mt 20,17; Mc 10,32; Lc 18,31).

5) Con motivo de la petición de la madre de los Zebedeos, los dos primeros evangelistas hablan de los otros diez (Mt 20,24; Mc 10,41).

6) En la última cena se puso a comer con los Doce (Mt 26, 20; Mc 14,17), con sus apóstoles (Lc 22,14).

7) Judas (Io 6,71; Mt 26,47; Mc 14,43; Lc 22,47) y Tomás (Io 20,24) tienen la particularidad de ser uno de los Doce.

8) Cuando muere Judas, se empieza a hablar de los Once (Lc 24,33; Mc 16,14; Mt 28,16). «Los Once» se distinguen de todos los demás. Es significativa la frase de Lc 24,33: Los Once y sus compañeros. «Los Once» reciben la misma misión de Jesús (Mt 28,16s; Io 20,21-23).

Los Doce primero y los Once después forman un grupo particular dentro del general de los discípulos. Han sido escogidos especialmente por Jesús para que estuvieran permanentemente con él, para que predicasen y obrasen milagros. Después del tránsito de Jesús, los Doce quedan como vicarios suyos en la tierra, con su misma misión y revestidos de sus poderes mesiánicos:

«Como el Padre me envió, así yo os envío» (Io 20,21).

B) El libro de los Hechos

La línea de los Doce se mantiene en el libro de los Hechos para ser mejor definida en su esencia y en su actuación:

1) Con motivo de la elección de Matías, tenemos las siguientes características:

a) Los apóstoles se siguen distinguiendo de entre el común de los fieles, que son unos ciento veinte (cf. Act 1,15.17. 20-22).

b) El apostolado es definitivo como «ministerium», «diakonia» y «episcopatum» (Act 1,17.20) que debe permanecer y pasar al sucesor de Judas. No de manos de Judas, que ha muerto, sino directamente de manos del Señor, a quien se hace la oración para que él revele aquel a quien él ha elegido para recibir «el ministerio» (diakonia) y «el apostolado» (v.24-25) que abandonó Judas.

Tres nombres definen el cargo de los Doce: apostolado, ministerio y episcopado. A la elección de los primeros precedió la oración personal de Jesús; ahora precede la oración de los propios discípulos. La elección viene del mismo Jesús. Por el rito de las suertes se pretende conocer aquel que Jesús mismo ha elegido.

c) Las cualidades que se exigen para el sucesor corresponden al fin del cargo: debe haber acompañado a Jesús desde el bautismo hasta la Ascensión, porque debe ser «testigo de la resurrección juntamente con los otros once». La función esencial es la de dar testimonio colectivo, colegial, nobiscum. Por esto se dice al final: adnumeratus est Undecim Apostolis (Act 1,26).

Así queda expuesto el carácter colegial del apostolado, no sólo por el nombre (los Once, los Doce), separado del común de los fieles (los ciento veinte hermanos), sino también por el fin y función colegial: dar testimonio a una con nosotros acerca de la resurrección de Jesús.

2) La actuación colegial de los Doce adquiere un relieve singular e histórico en el resto del libro de los Hechos:

a) El día de Pentecostés, Pedro se levanta con los Once. El autor del libro le hace hablar en plural y respaldado por la presencia de los Once, que están de pie a su lado para testificar y confirmar cuanto él dice (2,14). Porque el discurso de Pedro es como si lo hubieran pronunciado los Doce, la turba que lo escucha se dirige a Pedro y a los demás apóstoles (2,37). Los convertidos perseveran en la doctrina de los apóstoles y los milagros se hacen por los apóstoles (2,42-43).

b) Toda la escena del paralítico de la puerta Especiosa se desenvuelve «colegialmente» en lo que tiene de hechos y de palabras. Pedro no obra individualmente, sino en nombre de su compañero Juan (3,1.4.5.8.11.12.15). Las consecuencias del milagro también se exponen en la línea colegial (4,1-3.9.13.16. 19.20).

c) A medida que crece el número de los fieles se especifica mejor la actuación de los apóstoles, que es siempre colegial: como testimonio, como gobierno y como realización de milagros (4,12.18.21.25.29.32.33.40.42). La actuación gubernativa se refleja en la administración de los bienes que renuncian los fieles (4,34.36.37; 5,2) y en la elección de los siete. Los Doce convocan a la muchedumbre (5,2) para que ella presente a siete (5,3.5). Los Doce son los que luego constituyen en dignidad, poniendo las manos a los siete presentados (5,3.5).

d) La actuación directiva de los apóstoles se manifiesta con motivo de la conversión de Samaria y Antioquía. La actuación es siempre colegial. Los apóstoles conocen que Samaria ha recibido la fe y envían a Pedro y a Juan (8,14). La actuación de Pedro y de Juan es también común. Los dos hacen oración e imponen las manos; los dos enseñan (8,15.25).

En el caso de la conversión de Antioquía no se habla expresamente de los apóstoles, sino de la Iglesia de Jerusalén. La Iglesia de Jerusalén es la que es informada y ella es la que envía a Bernabé (11,22).

e) Como último caso de actuación colegial de los apóstoles registremos la presentación que hace Bernabé a los apóstoles: Saulo es presentado por él a todos los apóstoles (9,27). Poco después, en casa de Cornelio, Pedro no habla como particular, sino en nombre de los Doce (10,39.41.42). Aunque habla él solo, se apoya en el testimonio colectivo de los Doce, haciendo también memoria de la orden de predicar y dar testimonio que recibieron los Doce. Lo más llamativo de este episodio es que Pedro se siente obligado de explicar su conducta a los apóstoles y a los hermanos de Jerusalén (11,1).

f) Pablo, en sus viajes apostólicos, cuida muy bien de actuar en unión con los apóstoles de Jerusalén. En Antioquía se resuelve de modo colegial que Pablo y Bernabé suban a Jerusalén, «a los apóstoles y a los presbíteros» (15,2). En Jerusalén son recibidos por la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros (15,4). Nótese el triple artículo con función enfática. Para resolver el problema que plantean los enviados de la Iglesia de Antioquía se reúnen «los apóstoles y los presbíteros» (15,6). El resultado final fue que pareció bien a los apóstoles, a los presbíteros y a toda la asamblea elegir una comisión que fuera a Antioquía con Pablo y Bernabé (15,22). Llevan una carta que firman «los apóstoles y los presbíteros» (15,23). En ella se afirma que los perturbadores de Antioquía no llevaban misión oficial (15,24). Los de ahora sí la llevan: placuit nobis. Los de ahora van escogidos y enviados por nosotros (15,25.26). Frente a la misión anterior, que no era oficial ni auténtica, ahora se habla de otra misión auténtica y oficial. La misión oficial la componen Judas y Silas, dos miembros beneméritos de la Iglesia de Jerusalén (15,27). Judas y Silas van en nombre de la autoridad central de Jerusalén, que es la que habla en la carta y la que interpreta y ordena (15,28).

Terminada la misión de Judas y de Silas en Antioquía, el primero se vuelve a Jerusalén; el segundo prefiere quedarse en Antioquía, para ser en adelante fiel compañero y colaborador de Pablo (15,34).

Este ejemplo es muy significativo para la historia bíblica del centralismo jerárquico cristiano, de la actuación colegial y de la misión oficial, que se extiende a miembros que ya no pertenecen al grupo de los Doce, como son Judas y Silas. Tenemos también un ejemplo de la que hoy llamamos misión canónica, como contradistinta de la misión no canónica, y que recae sobre dos miembros que no pertenecen al colegio de los Doce, aunque son profetas.

En su segundo viaje apostólico, «Pablo y Silas» irán promulgando «los preceptos» de los apóstoles y presbíteros de Jerusalén (16,4).

II. La sucesión en general

La idea de sucesión en general está implícita en la elección misma que hace Cristo de los Doce para una misión de proporciones universales y duraderas hasta el fin de los siglos. Si Cristo confía a los Doce una misión que trasciende los límites acortados de la personal e individual existencia, es claro que su intención es que a los Doce sucedan otros indefinidamente hasta el fin de los siglos. La Iglesia debe durar hasta el final, con una misión santificadora y continuadora de la misma misión mesiánica de Jesús. Los sucesores de los Doce, con poderes más o menos recortados o extensos, no deberán faltar nunca. En los Evangelios existen indicios de la sucesión, que se presupone y entrevé latente. En el libro de los Hechos la sucesión es tangible como una realidad viviente. Y lo mismo vale para las cartas de San Pablo.

A) Los Evangelios

1) La elección y la misión de los Doce no es exclusiva en los Evangelios. Se habla en ellos también de una elección y misión de más amplias proporciones: la misión de los setenta y dos discípulos (Lc 10,1), operarios de la mies del Señor (Lc 10,2). También ellos deben predicar y curar a los enfermos (10,9). Esta misión, al mismo tiempo que destaca la elección de los Doce, prueba también la variedad de los miembros jerárquicos en el cuerpo de la Iglesia, como la fundó Cristo.

2) En la misión final de los Doce hay implícita una sucesión de los mismos, una proyección ilimitada de poderes jerárquicos. La misión de los Doce es universal, con extensión de naciones y de tiempo. «A todas las gentes». «Hasta el fin de los siglos». Ahora bien, los Doce no pueden personalmente abarcar esta extensión ilimitada. Se imponen, pues, otros que, revestidos de sus poderes y de su misión, bauticen, prediquen y enseñen. La sucesión está implícita, pero muy clara.

B) Los Hechos de los apóstoles

Aunque se prescinda de la idea y práctica de la sucesión dentro del judaísmo, que es el seno en donde nace la Iglesia, el libro de los Hechos nos da la tesis de la sucesión jerárquica de una manera vital e histórica.

1) El problema de la sucesión se plantea desde el primer día con motivo de la desaparición de Judas (Act 1,15-26). Pedro ha comprendido que la misión y los poderes transmitidos por Jesús a los Doce deben permanecer, aunque las personas individuas vayan desapareciendo. Su primera actuación como cabeza de los Doce es la de proveer a la sucesión de Judas. Lo interesante es que, después de la Ascensión de Cristo, de su actuación directa y visible, una persona nueva entra a formar parte del colegio. El colegio permanecerá, aunque mueran las personas particulares.

La oración y el rito de las suertes sirve para conocer la elección divina. Existe distinción entre «ministerio, episcopado, apostolado» y personas. Ha cesado una persona concreta, pero su ministerio, su episcopado y su apostolado no puede cesar. Debe recaer sobre otra persona. Pasa la persona, pero el cargo y el oficio no pasa, sino que permanece. Pedro considera «la sucesión» como plan de Dios. Este es el valor bíblico que tiene el verbo «conviene»: (Act 1,16.21) «Conviene que otro suceda...». Dios lo quiere. La sucesión pertenece a la economía divina, al derecho divino.

2) La historia de Pablo, que se equipara a los Doce (1 Cor 9,1; 15,8.9), abre un gran paso en la historia de la sucesión. Pablo no sucede a ninguno, pero entra en el colegio de los Doce porque el número no es clausus. Pablo viene a hacer el número trece. El número es accidental. Lo esencial es el colegio. Pablo entra en la función apostólica antes de la muerte de Santiago el Mayor y nunca se relaciona su ingreso con la defección de ningún otro apóstol. Pablo ha sido escogido personalmente por el Señor y ha visto al Señor. Es testigo de la resurrección y ha recibido misión de testimoniarla.

3) La elección de los siete, conocidos vulgarmente con el nombre de diáconos, es un nuevo paso en la historia de la sucesión. Los Doce no pueden atender a todas las funciones rectoras; porque su función principal es el ministerio de la palabra (Act 6,2). Entonces proponen a la comunidad que señalen siete. Y ellos les imponen las manos y los constituyen delegados suyos, dándoles parte de su ministerio. Sin que haya sucesión propiamente tal, hay aquí comunicación y transmisión de poderes mediante el rito de la imposición. Hay separación del común de los fieles para un determinado cargo a favor de la comunidad. Esta separación se hace por la legítima autoridad apostólica y por un rito determinado (6,2-5).

Aunque la elección de los siete parece hacerse en orden al servicio material de las limosnas, de hecho tiene un fin más amplio y espiritual, pues los vemos actuando en el plano de la predicación y de la administración del bautismo. Recuérdese la historia de Esteban y de Felipe (8,36-38). Entre los siete no figura Ananías, cristiano de Damasco, que impone las manos a Pablo, lo cura de la ceguera y lo llena del Espíritu Santo (9,17), para todo lo cual ha recibido encargo especial de Jesús (9,18). Bernabé tampoco figura entre los siete y, sin embargo, está en relación con los Doce. El presenta a Pablo en Jerusalén (9,27), luego es enviado oficialmente por la Iglesia de Jerusalén para visitar a los conversos de Antioquía (11,22). Misión de inspección o episcopal, de predicación. Misión oficial.

4) Al lado de los apóstoles encontramos a los presbíteros entre los años 40 y 50. Si al principio vemos que los bienes se entregaban a los apóstoles, ahora vemos que Pablo y Bernabé los entregan a los presbíteros (11,30). En los años 49-50, los presbíteros figuran al lado de los apóstoles, cuando ya Pablo y Bernabé habían vuelto de su primer viaje apostólico y habían puesto «presbíteros» al frente de las Iglesias que iban fundando (14,22).

En Antioquía vemos que hacia el año 44-45, cuando empieza el primer viaje apostólico de Pablo, los profetas y doctores, en un acto litúrgico, reciben orden del Espíritu de «separar a Pablo y a Bernabé». Hacen oración, les imponen las manos y luego los dos elegidos parten para su misión. Estos doctores y profetas de Antioquía no habían nacido por generación espontánea. Recuérdese cómo la Iglesia de Antioquía había sido visitada por una misión oficial de la Iglesia madre de Jerusalén. En Antioquía existía una jerarquía con poderes de gobierno, de santificación y magisterio en comunión y subordinación a los apóstoles de Jerusalén.

Pablo, en su último viaje apostólico, convoca en Mileto a los presbíteros de la vecina ciudad de Efeso y les encarga que miren «por todo el rebaño», porque el Espíritu Santo los ha puesto como obispos para regir la Iglesia de Dios (20,29). Su misión es velar por la verdad de la doctrina. Los presbíteros de Efeso son una autoridad episcopal y magisterial, subordinada a Pablo, que existe en vida de él y que debe continuar parte de su misión después de su muerte.

Todos estos casos nos van mostrando de una manera vital y dispersa cómo, a medida que la Iglesia iba creciendo, la autoridad de los apóstoles se iba extendiendo también a determinadas personas, arrancando siempre, en una forma o en otra, de los propios apóstoles. Si mientras ellos viven no existe propiamente la sucesión, sí existe la comunicación de poderes para el gobierno, el magisterio y la administración de los sacramentos. Los apóstoles no podían por sí mismos atender a todos y a todas partes.
III. La sucesión en particular

Hemos visto la sucesión de los poderes apostólicos en general. Veamos ahora las personas concretas en quienes los Doce reparten sus poderes, qué clases de poderes comunican y, por último, los vestigios bíblicos del actual obispo monárquico.

1) Los Primeros que entran en la participación de los poderes apostólicos por medio de la imposición de las manos son los siete, que llamamos diáconos (Act 6,2-6). Dos fueron notables evangelistas o predicadores del Evangelio: San Esteban y San Felipe (6,8-10; 8,35).

2) Por orden cronológico vienen después los presbíteros de Jerusalén. Figuran al lado de los apóstoles con verdadera autoridad y como centro de unidad y tradición. Pablo y Bernabé entregan las limosnas a los presbíteros (11,30). En este caso no se menciona a los apóstoles. En la controversia de los judaizantes, Pablo y Bernabé son enviados por la comunidad de Antioquía a los apóstoles y a los presbíteros (15,2), que actúan en el Concilio de Jerusalén al lado de los apóstoles (15,4.22.23). ¿Quiénes eran estos presbíteros? Al final del tercer viaje de Pablo acuden todos los presbíteros a casa de Santiago (21,18). Poco antes Pablo había convocado a los presbíteros de Efeso. Es decir, que los presbíteros estaban por debajo de los apóstoles, pero participaban parte de su misión: la de regir, la de enseñar, la de vigilar, como guardianes de la grey (Act 20,28.30). Parece que presbítero es nombre de dignidad y obispo nombre funcional. Los dos se refieren a las mismas personas (cf. Act 21,17.28). Eran los más cercanos a los apóstoles. Muertos ellos, quedan al frente de las Iglesias.

3) Los profetas y maestros.—En Antioquía hay cinco profetas y maestros. Entre ellos, Bernabé y Pablo (Act 13,1). No son simples carismáticos, sino ministros investidos de una función litúrgica por lo menos (13,2). La expresión que usa el texto es la misma que emplean los LXX para expresar las funciones sacerdotales en el templo. A ellos se les comunica el Espíritu, y ellos imponen las manos sobre Bernabé y Pablo para renovar o aumentar la gracia recibida en la primera consagración (13,3).

En Corinto, los profetas y doctores aparecen después de los apóstoles (1 Cor 12,28). A su lado están también los que gobiernan o dirigen el timón de la nave cristiana, si queremos mantener el matiz del término griego (1 Cor 12,28).

En Tesalónica existen los que trabajan, presiden y amonestan a los fieles (I Thess 5,12). Son los pastores y maestros de la Iglesia de Efeso (4,11). «La presidencia» debe decir relación con las asambleas litúrgicas que se mencionan en I Cor.

En Filipos hay una clara distinción entre los simples fieles y los obispos y diáconos (1,1).

En la carta a los Romanos (12,6-8) se habla de los profetas, de los ministros, de los maestros y de los que presiden, como funciones diversas.

En suma: los cargos y las funciones eclesiásticas existen claramente en tiempo de los apóstoles y recaen sobre personas determinadas entresacadas del común de los fieles. Los nombres cambian, pero la triple función de magisterio, de gobierno y de santificación es siempre constante, corno participación de la misión y del poder conferido a los apóstoles.

4) Los apóstoles.—En la terminología paulina, este nombre tiene una extensión mayor que en los Evangelios. Designa a los Doce (Gal 4,19; 1 Cor 15,1-11), al propio Pablo (1 Cor 1,1; 2 Cor 1,1; Eph 1,1; Col 1,1; Gal 1,1; Rom 1,1) y a Silvano y Timoteo (1 Thess 2,7).

En Rom 16,7 se llama apóstol a Andrónico y a Junias: «apóstoles muy señalados». Existen también los «apóstoles de Cristo» (2 Cor 11,13), distintos de los Doce y que se contraponen a los «pseudoapóstoles». Esto quiere decir que el nombre de apóstoles ha ido adquiriendo un sentido amplio, como el de profetas, doctores y taumaturgos. Dios ha constituido primero apóstoles; luego, profetas y doctores (1 Cor 12,28; Eph 4,11).

San Pablo se ha ido escogiendo diversos colaboradores con quienes reparte sus poderes, y así se explica que a veces les dé el mismo nombre de apóstoles. Anuncian como él a Jesucristo (2 Cor 1,19), poseen la capacitación divina, que los hace dignos ministros del Nuevo Testamento (2 Cor 3,5-6). Todos son legados de Cristo (2 Cor 5,20).

Al mismo tiempo son delegados del propio Pablo. Por eso los envía a diversas Iglesias en su nombre. Así a Timoteo (1 Thess 3,2; 1 Cor 16,10), a Tito (2 Cor 8,23), a Tíquico (Eph 6,21; Col 4,7). Cuando Pablo se siente cercano a la muerte, el papel de sus delegados toma más importancia. Ellos van a quedar en su lugar con toda la autoridad y responsabilidad necesaria para continuar la obra apostólica y el gobierno de las diversas Iglesias. En las pastorales, los legados de Pablo aparecen fundando y organizando comunidades. Tienen poder incluso sobre los presbíteros y los diáconos. Siempre al dictado de Pablo y con la consigna de mantener «el depósito de la doctrina». Timoteo y Tito poseen los auténticos poderes que hoy ejerce el obispo monárquico. Tienen autoridad de magisterio, de gobierno y pueden hasta ordenar (2 Tim 2,2), como lo ha hecho Pablo (2 Tim 1,6). En vida de Pablo no aparecen adscritos a una determinada Iglesia, sino a disposición del Apóstol. Se podrían llamar obispos auxiliares o coadjutores del propio Pablo.

5) Los obispos.—En la Iglesia de Filipos existen «obispos» y «diáconos» (1,1). Los presbíteros de Efeso son también obispos (Act 20,17.28) y tienen como misión ser pastores de la Iglesia (Act 20,28). Esta misma función se relaciona con el magisterio en Eph 4,11, donde los «maestros» son llamados «pastores». Parece, pues, que existe cierta equivalencia entre estos diversos términos: «presbíteros, maestros, obispos y pastores». En todos estos casos, los obispos van en plural. En las cartas pastorales se habla en singular del «obispo» (1 Tim 3,1-7; Tit 1,7-9) y en plural de «los presbíteros y diáconos». Por otra parte, vemos que las cualidades del obispo son las mismas que las de los presbíteros (Tit 1,5-6). En efecto, después de enumerar las cualidades que deben tener «los presbíteros», se resume todo diciendo que «el obispo» debe ser (Tit 1,7). Parece, pues, que los presbíteros se identifican con el obispo.

Con todo, algunos los distinguen: primero, porque el obispo va siempre en singular en las cartas pastorales. Segundo, porque las cualidades y las funciones del obispo parecen sobrepasar a las de los presbíteros. Tercero, porque el obispo representa a toda la Iglesia, especialmente con relación a los de fuera. Así se explica que algunos hayan creído que el obispo era el presidente de todo el cuerpo presbiteral, afirmación que no es fácil demostrar ni refutar. En todo caso es cierto que tanto Timoteo como Tito están siempre por encima de los presbíteros, del obispo y de los diáconos. Ellos encarnan al actual obispo monárquico.

6) Santiago, el hermano del Señor.—En Jerusalén aparece siempre como suprema autoridad local Santiago, el hermano del Señor. Es el caso más claro del obispo residencial. No es tan claro que se trate de uno de los Doce, como generalmente se afirma, o de un simple pariente del Señor elevado a la dignidad episcopal. Nosotros creemos que era realmente uno de los Doce. Sólo así se explica la autoridad que ejerce en medio de los mismos Doce. El respeto que le tenía el propio San Pedro. Sin hablar de San Pablo, en cuya psicología e historia apostólica pesa tanto.

La razón que suele alegarse para excluir a Santiago del colegio de los Doce está tomada de Io 7,5 y de Mc 3,21. Los Doce vienen contrapuestos a los parientes del Señor. Los Doce, se dice, creían en Jesús. Los parientes no creían. Preguntamos nosotros: ¿cómo debe entenderse el sujeto de los que creen y de los que no creen? No se puede demostrar que el Evangelio afirme que los Doce creían sin excepción, ni que los parientes no creían sin excepción. Basta para explicar el texto sagrado que la mayor parte de los Doce creyeran y que muchos de los parientes no creyeran.

7) El ángel de la Iglesia.—En el libro del Apocalipsis, las siete Iglesias están simbolizadas por los siete candeleros, entre los cuales aparece el Hijo del Hombre. Los ángeles de las Iglesias se simbolizan por las siete estrellas que lleva Cristo en su mano derecha (1,20).

¿Quiénes son estos ángeles? Desde luego, no se trata ni de los mensajeros o legados que envían las Iglesias ni de los que se envían a las Iglesias. Todo hace pensar que se trata de los jefes que presiden y representan a las Iglesias. San Agustín los identifica con el obispo residencial. Le siguen muchos exegetas. El Apocalipsis se inspira en el libro de Daniel, donde los superiores son llamados ángeles (Dan 12,3). En Malaquías 2,7 el sacerdote es llamado «ángel del Señor de los ejércitos».

Conclusión

En la Iglesia, como se refleja en la historia bíblica, existen diversidad de nombres para expresar la autoridad sagrada que encarnan determinados miembros entresacados del común de los fieles. Al lado de los Doce, que poseen la plenitud de la autoridad mesiánica, están los otros llamados apóstoles, que controlan a los obispos, presbíteros y diáconos. El que más semejanza tiene con el obispo actual es Santiago, hermano del Señor. Si no pertenecía a los Doce, tenemos aquí un ejemplo claro del obispo residencial. Los ángeles de las siete Iglesias también nos orientan hacia el obispo monárquico. Los Doce han repartido entre sus colaboradores los poderes que no eran puramente personales y que, por su misma naturaleza, debían permanecer en la Iglesia: gobierno, magisterio y santificación.

El origen de la Biblia


EL ORIGEN DE LA BIBLIA

La Biblia, ese libro maravilloso del cual se han impreso más ejemplares que de ningún otro libro sobre la tierra y del cual existen traducciones en casi todas las lenguas existentes. Libro que ilumina a la humanidad y fortalece a quien lo lee y medita.

¿Cómo llegó a nosotros? ¿Cómo se formó? ¿Por qué tiene 73 libros y no 80 ó 50? ¿Cómo sabemos que esos son los libros y no otros? ¿Cómo sabemos que es Palabra de Dios?

Algunas personas contestan, bueno para mí es palabra de Dios porque me emociono cuando la leo, pero otras personas leen libros de otra índole y también se emocionan. La emoción entonces no es señal de inspiración necesariamente.

Para contestar estas preguntas, debemos primeramente remontarnos a los tiempos de Jesús. Cuando El vino a nosotros y durante su vida pública, Jesús se dedicó a predicar y a enseñar. Escogió a los 12 apóstoles y fundó una sola Iglesia católica (Ver Tema“La Iglesia de Cristo”) (Mateo 16,18) a la que le otorga poderes espirituales específicos.

El Señor no escribió nada excepto aquellas palabras sobre el polvo en Juan 8,8.

Una vez el Señor ascendió a los cielos, la Iglesia Católica se esparció por todas partes enseñando a su vez todo lo que el Señor les dijo. Era una enseñanza oral, (Ver Tema Tradición) no había nada escrito.

Conforme se iban desarrollando las comunidades cristianas, se fueron presentando situaciones que requerían la intervención de algún apóstol para aclarar, moderar o atender aspectos de diversa índole. Como era difícil estar en muchos lugares, recurrieron a las cartas. San Pablo empieza con las suyas y gradualmente otros hacen lo mismo. Ninguno de ellos pensó nunca que sus escritos podían llegar a ser parte de la Biblia.

La comunidad iba experimentando la necesidad de contar con relatos que contuvieran los hechos y palabras de Jesús. De este modo unos 10 años después de la ascensión del Señor, aparece el evangelio de San Mateo seguido del de Marcos y luego Lucas. El de San Juan se escribe a finales del siglo primero. Sin embargo muchos otros también escribieron relatos más o menos parecidos a estos evangelios pero que mezclaban hechos probablemente reales con otros fantasiosos. Estos escritos circulaban en las comunidades mezclados con los que después formarían parte de la Biblia.

Apreciamos claramente que aunque la Biblia completa todavía no existía, (Antiguo y Nuevo Testamento) sin embargo la Iglesia si. En otras palabras, la Iglesia existía antes que la Biblia.

Miles de personas se hicieron cristianos a través de la predicación y enseñanzas de apóstoles y misioneros de Cristo creyendo en las mismas verdades que nosotros creemos hoy en día, sin leer o contar con los libros del Nuevo Testamento porque estos simplemente no existían aún.

Este era el panorama durante los primeros 400 años de Iglesia. En esa época existían listas de personas muy santas y doctas que tenían opiniones sobre cuales eran los libros que ellos creían que debían formar parte de la Biblia.

La Iglesia, con la autoridad que Cristo le otorgó en Mateo 16,18-19 (ver Tema “Interpretación de la Biblia”), se reúne en los concilios de de Hipona, en el año 393 y el de Cartago, en el año 397 y 419 y establece la lista o canon, 46 libros para el Antiguo Testamento y 27 para el Nuevo Testamento.

La carta del Papa S. Inocencio I en el 405, también oficialmente lista estos libros. Finalmente, el concilio de Florencia (1442) reitera la lista oficial de 46 libros del Antiguo Testamento y los 27 del Nuevo Testamento.
Entre los criterios para aceptar o no los libros fue que tuviese como autor a un Apóstol o a un discípulo directo de un apóstol; su uso, especialmente en la liturgia en las Iglesias Apostólicas y la conformidad con la fe de la Iglesia.
Así fueron reunidos y preservados por la Iglesia los libros que conforman la Biblia: 73 en total.
Libros que eran disputados, reconocidos por algunos y rechazados por otros, fueron aceptados, como por ejemplo, la epístola de Santiago, segunda carta de San Pedro, segunda y tercera de San Juan, carta a los Hebreos y el Apocalipsis de San Juan. Hubo dudas fuertes y que sin embargo una vez definido por la Iglesia, estos libros fueron aceptados por la autoridad de la Iglesia, en lo sucesivo como inspirados por Dios por el pueblo cristiano.
De esta manera queda fijada infaliblemente la lista de los libros que forman la Biblia.
Todas las versiones de la Biblia que existen hoy, tienen en su nuevo Testamento 27 libros. Los mismos que utilizan algunos grupos para atacar con ellos a la Santa Madre Iglesia, sin saber que a ella le debemos esos libros.
Esta misma Iglesia a la que le reconocen infalibilidad al establecer los libros de la Biblia y que no se la reconocen en otros temas. Como si Dios le hubiera concedido una facultad temporal en una sola ocasión y no para otras.
La Iglesia existía antes de la Biblia, ella la escribió, seleccionó sus libros y ella la preservó. Por medio de ella conocemos con certeza que cosa es Palabra de Dios y que cosa no lo es. Ella es la única que puede interpretarla.

La Biblia nace de la Iglesia y no la Iglesia de la Biblia.

A la pregunta entonces de ¿Cómo saber que ella es Palabra de Dios?

Contestamos que lo sabemos porque la recibimos de la Iglesia.

Si la Iglesia nos hubiera dicho que en vez de 27 libros del Nuevo Testamento, eran 30, hoy creeríamos eso.

San Agustín lo dice de la siguiente manera:

“Creo en la Biblia porque me la dio la Iglesia”

domingo, 3 de agosto de 2008

MAGIA Y ADIVINACION


MAGIA Y ADIVINACIÓN
(Transcripción de una carta personal)

Por: (Semper Gaudens)
Correo electrónico: sempergaudens@gmail.com

Saludos hermana me da mucha alegría saber de ti y tu familia. Me saludas a tu esposo e hijos deseo que el Señor los bendiga a todos. Fíjate que tal y como me contaste por acá también pareciera que hay una epidemia de brujos, magos y adivinos en la televisión. Y los presenta como grandes sabios y maestros que guían al pueblo a la felicidad plena. Lo cierto es que cuando alguien cuestiona el asunto (en los medios televisivos) le dicen que eso es religión y que el canal es secular y no tiene nada que ver con eso. Pero la para ellos la magia y la adivinación no tiene nada de espiritual y que no tiene nada que ver con la fe en el Señor Jesús… Quisiera compartir contigo esta reflexión personal que he hecho al respecto.


El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que esta prohibido para un católico practicar la magia, hechicería o la adivinación. Trataremos estos temas por separado aunque en la practica tienes mucha relación entre si.

Adivinación

2116 Todas las formas de adivinación deben rechazarse: recurso a Satán o a los demonios, evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone "desvelan" el porvenir (cf Dt 18,10; Jr 29,8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a "mediums" encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de conciliarse los poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios. (Catecismo de la Iglesia Católica)




El creyente en Cristo debe entregarse con plena confianza a las manos de Dios en lo que se refiere al futuro. Es imperativo abandonar toda curiosidad mal sana al respecto. Esto no tiene nada que ver con el sentido de responsabilidad que nos impulsa a tomar previsiones. El hombre prudente sabe preparase para el mañana. Se esfuerza por tomar control de todo lo que esta en su mano, de tal manera que puede estar preparado para prevenir cualquier eventualidad. Dicho de otro modo es estar preparados para prevenir lo previsible.


Pero hay cosas que definitivamente escapan a nuestro control. En este caso es cuando se pone a prueba nuestra fe en ese Dios amoroso que todo lo dispone para el bien de los que le aman. Sin embargo hay personas que se dejan embaucar por estafadores que comercian con el miedo y la inseguridad de su prójimo. Estas personas prometen que a través de su poder o por la evocación de otras fuerzas pueden conocer lo que ocurrirá en el futuro.



Este tipo de prácticas que algunas personas toman como una diversión o un pasatiempo, en realidad son muy graves y no tienen nada de inofensivas. Porque atentan contra el primer mandamiento de la ley de Dios. El practicarlas es una grave ofensa a nuestro Señor. En la Biblia son consideradas una abominación.

9 Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, te dará, no aprendas a practicar las abominaciones que cometen esas naciones.10 Que no haya entre ustedes nadie que inmole en el fuego a su hijo o a su hija, ni practique la adivinación, la astrología, la magia o la hechicería. 11 Tampoco habrá ningún encantador, ni consultor de espectros o de espíritus, ni evocador de muertos.12 Porque todo el que practica estas cosas es abominable al Señor, tu Dios, y por causa de estas abominaciones, él desposeerá a esos pueblos delante de ti. (Deuteronomio 18, 9-12)


En la Escritura cuando se habla de abominación se esta refiriendo a pecados muy graves. Que son considerados como contrarios a la misma naturaleza. Solo debemos apreciar lo que nos dice el versículo diez (10).

Que no haya entre ustedes nadie que inmole en el fuego a su hijo o a su hija,

Es decir para Dios es comparable sacrificar a un hijo a otros dioses que realizar estas prácticas. Que vuelvo a insistir; muchos consideran inofensivas.



Magia - Hechicería

Nuestra Iglesia también nos advierte sobre estas prácticas que tienen mucha relación con la anterior.


2117 Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar las potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo –aunque sea para procurar la salud–, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro o recurren a la intervención de los demonios. El llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legitima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo. (Catecismo de la Iglesia Católica)

Veamos la lista de las prácticas que las Sagradas Escrituras catalogan como abominación:

1. Adivinación: Pretender predecir los eventos futuros por medio de sortilegios y evocaciones
2. Astrología: Estudio de la posición y del movimiento de los astros, por cuya interpretación se pretende predecir el destino de los hombres y conocer los acontecimientos que van a ocurrir.
3. Magia o hechicería: Supuesta ciencia oculta con que se pretende producir, valiéndose del control y la intervención ciertos seres oscuros, resultados contrarios a las leyes naturales.
4. Encantador: Someter atraer o ganar la voluntad de alguien por poderes mágicos.
5. Consultor de espíritus: Evocar a los espíritus (demonios) a través de los conjuros e invocaciones para obtener supuestos beneficios de los mismos.
6. Evocador de muertos: Llamar a las almas de los difuntos, con el propósito de obtener información de los mismos.


Algunos consideran que estas prácticas son justificables o son un don de Dios cuando la persona tiene realmente la capacidad que dice tener. Es decir que si por ejemplo: un adivino predice algo y esto se cumple esto demuestra que no es malo lo que hace. Pero esto también es falso porque la Biblia nos previene de que aunque se cumpla lo que dice el adivino; pero lo que hace o enseña contradice la Palabra de Dios, entonces no hay que seguirlo ni escuchar lo que dice.

2 Si surge en medio de ustedes un profeta o un intérprete de sueños, que te propone un signo o un prodigio, 3 y te dice: "Vamos detrás de otros dioses –que tú no conoces– para rendirles culto", aunque se cumplan el signo o el prodigio, 4 no hagas caso de las palabras de ese profeta o de los sueños de ese visionario. Porque el Señor, su Dios, los pone a prueba para ver si ustedes lo aman realmente con todo su corazón y con toda su alma. (Deuteronomio 13, 2-4)

En el Nuevo Testamento vemos un caso en que una joven tenia esa habilidad de predecir el futuro pero por virtud de los demonios.

16 Sucedió que al ir nosotros al lugar de oración, nos vino al encuentro una muchacha esclava poseída de un espíritu adivino, que pronunciando oráculos producía mucho dinero a sus amos.17 Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: "Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de salvación."18 Venía haciendo esto durante muchos días. Cansado Pablo, se volvió y dijo al espíritu: "En nombre de Jesucristo te mando que salgas de ella." Y en el mismo instante salió.19 Al ver sus amos que se les había ido su esperanza de ganancia, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta el ágora, ante los magistrados; (Hechos 16, 16-19)


Es interesante destacar algunos aspectos de este texto. Por ejemplo, que la muchacha pierde su capacidad al ser liberada del demonio. Y que los beneficiarios económicamente hablando de su habilidad solo se interesaban del dinero que podían obtener de ella y no de su bienestar. Estoy es muy parecido a lo que encontramos en los magos, hechiceros y adivinos de hoy día y de los incautos que acuden a sus servicios.

Es evidente que estas prácticas eran censuradas entre los primeros cristianos ya que los nuevos conversos se desasían de todo lo que tenía que ver con esto sin importar el costo económico.






18 Muchos de los que habían creído venían a confesar y declarar sus prácticas.
19 Bastantes de los que habían practicado la magia reunieron los libros y los quemaron delante de todos. Calcularon el precio de los libros y hallaron que subía a 50.000 monedas de plata. (Hechos 19, 18-19)




Finalmente la actitud de un católico frente a la vida es estar confiado en el amor de su Señor. Vivir con Dios y para Dios, de esta forma no tenemos nada de que temer porque…

35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada 37 Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. 38 Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades 39 ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 8, 35. 38-39)

sábado, 2 de agosto de 2008

La Biblia es Palabra de Dios.





Cortesía de Catholic Answers


Fundamentalistas y evangélicos de todo tipo dicen que la Biblia es la única regla de fe por la cual debe guiarse el creyente. Es el único y suficiente manantial -según ellos- del cual brota toda la verdad infalible y necesaria para nuestra salvación. Nada debe ser agregado a la Biblia, nuestra teología se nutre tan sólo de ella. Toda la verdad cristiana se encuentra en sus páginas. Todo lo que no sea la Biblia es o bien erróneo o bien innecesario, y puede obstaculizar el acceso a Dios.

Los católicos, por su parte, dicen que la Biblia no es la única y suficiente regla de fe para los creyentes y que no hay ningún texto bíblico que sugiera lo contrario. Es más, la Biblia incluso indica que ella misma no debe ser tomada exclusivamente como regla de fe. Según la Biblia, la auténtica regla de nuestra fe es la Sagrada Escritura más la Tradición Apostólica, tal cual se comunica en el Magisterio viviente de la Iglesia Católica, a la cual fue encomendada la enseñanza oral de Jesucristo y los Apóstoles, juntamente con la autoridad para interpretar las Escrituras correctamente.

En el documento sobre la revelación divina del Concilio Vaticano II Dei Verbum (del latín "la Palabra de Dios") se explica de la siguiente manera la relación entre la Tradición y el Magisterio: "Existe una conexión y comunicación muy estrechas entre la sagrada Tradición y la sagrada Escritura, pues ambas, brotando de la misma fuente divina, en cierta manera convergen en una unidad y tienden hacia el mismo fin. Porque la sagrada Escritura es la palabra de Dios tal como ha sido consignada por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, mientras que la sagrada Tradición, encomendada a los sucesores de los Apóstoles, entrega a todas las generaciones en toda su pureza la palabra de Dios que fue confiada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles".

"De esa manera, guiados por la luz del Espíritu de la verdad, estos sucesores en su predicación pueden preservar la palabras de Dios fielmente, explicarla, difundirla. Por lo tanto la Iglesia extrae su certeza sobre las cosas que han sido reveladas no solamente de la sagrada Escritura. Y así, tanto la sagrada Tradición como la sagrada Escritura deben ser aceptadas y veneradas con la misma devoción y reverencia."

Pero los evangélicos y fundamentalistas protestantes, que ponen toda su confianza en la teoría de Martín Lutero sola scriptura (del latín "Sólo la Biblia"), nos citan machaconamente algunos versículos para argumentar su posición. El primero de la lista es este: "Estas cosas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre" (Juan 20:31). Otro pasaje es: "Toda Escritura es inspirada por Dios y provechosa para la enseñanza, para argumentar, para la corrección y para entrenar en la justicia, de modo que el hombre de Dios pueda estar equipado y preparado para toda obra buena" (2Tim 3:16-17). Estos versos demuestran, según los protestantes, la verdad de la teoría sola scriptura.

Pero la realidad no es tan así, replican los católicos. En primer lugar, el versículo citado de San Juan se refiere a las cosas que se contienen en ese libro (se puede leer Juan 20:30, el versículo inmediatamente precedente, para ver el contexto del asunto en cuestión). De probar alguna cosa, en todo caso probaría no la teoría de la sola scriptura (sólo la Biblia), sino más bien la teoría solo Iohannes (sólo San Juan)!

En segundo lugar, el verso del Evangelio de San Juan nos dice tan sólo que la Biblia fue compuesta para ayudarnos a creer que Jesús es el Mesías; de ningún modo nos dice que la Biblia es lo único que necesitamos para hacer teología, y ni siquiera nos dice que la Biblia sea necesaria para creer en Cristo. Y que nadie se escandalice por esto, ya que los primeros cristianos ciertamente no podían acudir al Nuevo Testamento para creer en Jesús, ya que entonces -y por varios siglos- no había tal cosa como Nuevo Testamento escrito. Los primeros cristianos aprendían su fe por la predicación oral, no por la escrita. Hasta no hace mucho tiempo la Biblia era inalcanzable para la mayoría de los fieles, o bien porque no todos sabían leer, o bien porque la imprenta no había sido inventada aún. Todos estos fieles aprendieron de la enseñanza oral, entregada de generación en generación, por la Iglesia.

Lo mismo puede decirse de 2 Tim 3:16. Una cosa es decir que todos los escritos inspirados "son útiles" para determinado fin, y otra cosa muy distinta es decir que solamente los escritos inspirados son útiles para ese fin. Además, hay un punto de capital importancia que habla en contra del argumento de los protestantes evangélicos y fundamentalistas; se trata de un contradicción que surge de sus propias interpretaciones de este verso. John Newman lo explicó muy bien en 1884 en su trabajo "La Inspiración en relación con la Revelación".

El argumento de Newman

Escribía entonces el Cardenal Newman: "Es evidente que este texto -2 Tim 3:16- no conlleva consigo ninguna prueba de que la Sagrada Escritura, sin la Tradición, es la única regla de fe. Porque si bien la Sagrada Escritura es útil para los cuatro fines que enumera el citado texto, sin embargo aquí no se nos dice que sea ella sola sea suficiente. El mismo Apóstol requiere la ayuda de la Tradición (2 Tes 2:15). Es más, el Apóstol se esta refiriendo aquí a las Escrituras que Timoteo aprendió en su infancia. Pero nosotros sabemos que gran parte del Nuevo Testamento no había sido escrito durante la infancia de Timoteo; incluso algunas de las cartas de los Apóstoles no habían sido escritas al día en que Pablo le escribe este texto a Timoteo, y ninguno de los libros del Nuevo Testamento había sido puesto aún en la lista de libros inspirados. Pablo se refiere, evidentemente, a las Escrituras del Antiguo Testamento, y si este texto se toma como lo hacen los protestantes, entonces más bien probaría que los Escritos del Nuevo Testamento no son necesarios como regla de nuestra fe".

Además de todo lo dicho, la citación que hacen los protestantes de 2 Tim 3:16 esta fuera de contexto. Cuando leemos este pasaje en contexto, descubrimos que la referencia que Pablo hace de las Escrituras no es sino una parte de la exhortación a que Timoteo tome como guía la Tradición y la Escritura. Los dos versos que vienen antes del texto citado dicen: "Pero tú continúa en lo que has aprendido y has creído firmemente, sabiendo de quién lo has aprendido, y cómo, desde tu infancia, conoces los escritos sagrados que pueden instruirte para la salvación por medio de la fe en Jesucristo" (2 Tim. 3:14-15).

Pablo le dice a Timoteo que permanezca firme en lo que aprendió, y esto por dos motivos: el primero porque sabía de quién lo había aprendido, del mismo Pablo, y segundo, porque había sido instruido en las Escrituras. El primero de estos motivos es obviamente una referencia a la tradición apostólica, la enseñanza oral que Pablo había dado a Timoteo. De modo que los protestantes deben sacar de contexto 2 Tim 3:16 para llegar a la conclusión sola scriptura. Pero cuando leemos el texto en contexto se ve claro que nos esta enseñando la importancia de la tradición apostólica.

La Biblia niega que ella sola sea suficiente regla de fe. Pablo dice que mucha de la enseñanza cristiana debe ser encontrada en la tradición, que es entregada de manera oral (2 Tim 2:2). El nos enseña a "permanecer firmes y conservar las tradiciones que han recibido de nosotros, ya sea de palabra o por carta" (2 Tes 2:15)

Esta enseñanza oral fue aceptada por los cristianos de la misma manera como aceptaron las enseñanzas escritas que recibieron posteriormente. Jesús les había dicho a sus discípulos: "El que a vosotros oye, a mí me oye; el que a vosotros desprecia, a mí me desprecia" (Lc 10:16). La Iglesia, en la persona de los Apóstoles, recibió de Cristo la autoridad para enseñar, como su representante. El los envió diciéndoles: "Id y haced discípulos de todas las naciones" (Mt 28:19)

¿Y como debería realizarse este mandato de Cristo? Por medio de la predicación, de la instrucción oral. "La fe viene de lo que se ha oído, y se oye por la predicación de Cristo" (Rom 10:17). La Iglesia estaría siempre disponible como viviente maestra. Es un craso error limitar la "palabra de Cristo" a tan solo la palabra escrita, o bien sugerir que todas sus enseñanzas se reducen a lo que posteriormente fue escrito. La Biblia nunca sugiere cosa parecida.

La enseñanza oral duraría hasta el fin de los tiempos: "La palabra del Señor dura para siempre, y esa palabra es la buena nueva que os ha sido predicada" (1 Pe 1:25). Notemos que la palabra ha sido "predicada", es decir, transmitida oralmente. Esto debería continuarse por siempre, y en ningún momento se habla de un recuento escrito destinado a suplantarlo. La Biblia "complementa" la predicación oral, no la "suplanta".

Esto aparece más evidente aún cuando el Apóstol Pablo dice a Timoteo: "Lo que de mí has oído frente a muchos testigos, entrégalo a hombres fieles que a su vez podrán enseñar a otros" (2 Tim 2:2). Aquí vemos los primeros eslabones en la cadena de la Tradición Apostólica que ha llegado intacta hasta nuestros días. Pablo instruyó a Timoteo para que entregue las enseñanzas orales (tradiciones) que él había recibido del Apóstol. A su vez, Timoteo debería continuar la cadena entregando a otros para que estos entregaran las enseñanzas a otros más. Pablo daba estas instrucciones no mucho tiempo antes de su muerte (2 Tim 4:6-8), a manera de un testamento, sobre cómo debía conducir él su ministerio.

¿Qué es la Tradición?

En este asunto es fundamental recordar qué entiende la Iglesia por Tradición. La palabra de ningún modo significa leyenda o relato mitológico, ni tampoco prácticas y costumbres exteriores, que pueden cambiar con el paso del tiempo y las circunstancias, como podrían ser la manera de revestirse los sacerdotes para las celebraciones, ciertas formas de devoción popular, rúbricas litúrgicas. Cuando decimos "Sagrada Tradición" entendemos las enseñanzas y la autoridad docente de Jesús y, después de Él, de los Apóstoles a quienes envió a enseñar (Mt 28:19-20).

Estas enseñanzas han sido entregadas a la Iglesia (es decir a sus maestros auténticos, los obispos en comunión con el Papa). Es necesario para los cristianos cree y seguir firmemente esta Tradición, lo mismo que la Biblia (Lc 10:16). La verdad de la fe fue confiada primeramente a los líderes de la Iglesia (Ef 3:15), quienes con Cristo son considerados el fundamento de la Iglesia (Ef 2:20). La Iglesia ha sido guiada por el Espíritu Santo, que la preserva de todo error (Jn 14:16).

Transmitiendo la fe

Pablo nos enseña qué cosa sea la Tradición: "Porque yo les he transmitido, como de capital importancia, aquello mismo que yo he recibido, que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras... Por tanto, tanto si fui yo o ellos, esto es lo que predicamos, esto es lo que habéis creído" (1 Cor 15:3.11). El Apóstol alaba a quienes conservan la Tradición: "Los alabo porque me recuerdan en todo momento y mantienen las tradiciones tal como yo se las entregué" (1 Cor 11:2)

Los primeros cristianos "se entregaban a la enseñanza de los Apóstoles" (Hch 2:42) mucho antes de que existiera un Nuevo Testamento. La plenitud de la enseñanza de Cristo se encontraba, ya desde un principio, en la Iglesia como en la viviente encarnación de Cristo, no en un libro. La Iglesia docente, con sus tradiciones orales y apostólicas, era autoritativa. El mismo Pablo trae una cita de las palabras de Jesús que se conocía por tradición oral solamente: "Es mejor dar que recibir" (Hch 20:35). Este dicho de Jesús no está en los Evangelios y de alguna manera llegó a Pablo. Sin duda que los mismos Evangelios son tradición oral que fue puesta por escrito (Lc. 1:1-4). Es más, Pablo no cita solamente a Jesús: también cita antiguos himnos litúrgicos, como por ejemplo Ef 5:14. Estas y otras enseñanzas fueron dadas a los cristianos "por el Señor Jesús" (1 Tes 4:2)

Los fundamentalistas dicen que Jesús condena la tradición. Nos advierten que Cristo dijo: "¿Porqué traspasan los mandamientos de Dios por causa de vuestras tradiciones?" (Mt 15:3). S. Pablo también escribe: "Mirad que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una

filosofía, fundada en tradiciones humanas, según los elementos del mundo y no según Cristo" (Col 2:8). Pero estos versos condenan tradiciones humanas erróneas, no las verdades que fueron entregadas oralmente por los Apóstoles a la Iglesia. Estas verdades son las que forman parte de la Tradición (con T mayúscula, para distinguirla de las tradiciones meramente humanas).

"Los mandamientos de los hombres"

Consideremos Mt 15:6-9, citado frecuentemente por fundamentalistas y evangélicos: " Así habéis anulado la Palabra de Dios por vuestra tradición. Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: 'Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres ".

Veamos atentamente lo que nos dice Jesús: Ciertamente no estaba condenando todas las tradiciones, sino aquellas que anulaban la palabra de Dios. En este caso se trataba de un ardid de los fariseos para usar de lo que ofrendaban al templo como excusa para no tener que ayudar a sus ancianos padres. Haciendo así anulaban el mandamiento "Honra a tu padre y a tu madre" (Ex 20:12). En otro lugar Jesús manda a sus Apóstoles a guardar las tradiciones que no están contra los mandamientos de Dios. "Los escribas y fariseos se sientan en la cátedra de Moisés; haced todo lo que ellos os digan, pero no lo que hagan, porque ellos predican pero no hacen lo que predican" (Mt 23:2-3).

Lo que los fundamentalistas y evangelistas, desafortunadamente, hacen con mucha frecuencia es ver la palabra "tradición" en Mt 15:3 o Col 2:8 o en algún otro lado, y concluir que la palabra "tradición" debe tenerse por despreciable. Haciendo así se olvidan que en otros lados el mismo término se usa en sentido distinto, como en 1 Cor 11:2 y 2 Tes 2:15, donde "tradición" es lo que se debe creer. Jesús no condenó toda tradición; condenó las tradiciones erróneas, sean doctrinas o prácticas, que minan las verdades cristianas. Las demás tradiciones, como nos pide el Apóstol, deben conservarse firmemente. San Pablo manda a los Tesalonicenses a que se adhieran a todas las tradiciones que él les había dado, de palabra o por carta.

La Iglesia Indefectible

La cuestión radica en saber qué constituye la auténtica Tradición. ¿Cómo puedo saber qué tradiciones son apostólicas y cuáles son meramente humanas? ¿Cómo sabemos que lo que nos enseña la Iglesia Católica es de origen apostólico? Lo sabemos porque Cristo prometió que las puertas del infierno no prevalecerían contra su Iglesia (Mt 16:18). La Iglesia de Cristo sería indefectible y sus enseñanzas oficiales infalibles. Cristo, a través de Pedro, le entregó su poder de enseñar (Mt 16:19, 28:28-20). Fue Cristo quien hizo a la Iglesia "la columna y el fundamento de la verdad" (1 Tim 3:15).

domingo, 27 de julio de 2008

ESCANDALO DE SECTA EN PANAMA

ESCÁNDALO. LA ANTIGUA PTJ INVESTIGÓ EL CASO EN 2005, PERO NO PUDO COMPROBAR NADA.

‘Concurríamos como Eva en el paraíso’

Cada semana los ‘religiosos’ se reunían a puerta cerrada con las mujeres, que debían asistir desnudas.

Por mes se sacrificaba un cordero, como muestra de creencia en Dios, según los relatos de participantes.

LA PRENSA/Carlos Lemos
Desde hace más de un año, Aguilar reúne a sus seguidores en una casa ubicada en Bethania. Un grupo de mujeres llega al encuentro con sus hijos en brazos. 997230
Rafael E. Berrocal R.
Unidad de Investigación
rberrocal@prensa.com

Detrás de una secta religiosa y diferencias familiares, se ha destapado un escándalo por la supuesta violación de menores de edad en Mocambo Abajo, una comunidad rural que en 1997 se alzó en una lucha por sus tierras cerca del actual estadio Rod Carew en la ciudad capital del país.

Un grupo de la comunidad decidió revelar el secreto que han mantenido protegido por más de 10 años.

"Pertenecimos a una secta religiosa que practicaba el sacrificio de animales y que tenía un líder al que llamábamos y tratábamos como dios", dijo Leovigildo Jordán, quien afirmó ser la antigua mano derecha del jefe del grupo, Noriel Aguilar.

El caso fue investigado en 2003 por las autoridades y medios de comunicación, pero la comunidad de Mocambo Abajo se las ingenió para encubrir a su líder religioso y las prácticas de la secta. El templo fue transformado en un taller de costura para despistar a los investigadores de la desaparecida Policía Técnica Judicial y a los periodistas.

Pero en noviembre pasado, un grupo de personas –entre ellas menores de edad que dicen haber sido violadas– se presentó a la justicia a interponer las denuncias.

El caso relatado por los propios protagonistas parece haber sido sacado de una película de Hollywood. "Confiamos todo al señor Aguilar, le entregábamos nuestro sueldo completo y llegamos hasta a perder a nuestras mujeres e hijos", dijo Jordán.

ANTE LA JUSTICIA

2 | DENUNCIANTES Grupo de personas que presentó las denuncias contra la secta religiosa y las supuestas violaciones de menores en la comunidad rural. Aseguran que llevarán el caso hasta el final.

Los recursos legales interpuestos ante el Ministerio Público revelan parte de la operación de la secta religiosa. Según estos documentos, los líderes del grupo utilizaban los pasajes y mensajes de la Biblia para justificar sus actos sexuales y otros abusos humanos.

"Él me decía que nuestra parte [la vulva] es el templo de Dios y como Dios mora en él, él moraría ahí. Así fue que empezó a abusar de nosotras. Las otras jóvenes se llaman E.J, L.J, E.B, y faltan más", establece la declaración de S.V.L, de 17 años, en su denuncia contra Aguilar. (Los nombres de la menores han sido omitidos en el reportaje por el derecho de protección al menor).

La secta religiosa también estableció una alimentación comunitaria: se cocinaba en una sola olla la comida para todos los habitantes de Mocambo Abajo. Los hombres debían entregar a los líderes religiosos todo su dinero de cada quincena y las ventas de guandú iban a parar a un fondo común para supuestas obras en la vecindad.

Cada mes se sacrificaba un cordero, como muestra de creencia en Dios, y cada semana los líderes religiosos se reunían a puerta cerrada con las mujeres del grupo que debían participar sin ropa. Es decir, "como Eva en el paraíso", describe otra de las denuncias presentadas contra Noriel Aguilar. Sin embargo, durante el día y fuera de los encuentros religiosos, las mujeres debían usar trajes largos y tapar su cabeza con pañuelos.

El informe presentado por los investigadores de la PTJ en 2005, no pudo confirmar la existencia de la secta pero sí algunos hechos irregulares que coinciden con las denuncias presentadas hoy.

"Pudimos ver a las mujeres que vestían de forma común, con faldas largas hasta los tobillos, camisas anchas y manga larga, abotonadas hasta el cuello. Incluso vimos a varias adolecentes vestir de igual forma y a varias mujeres adultas que estaban en estado de preñez", dice parte del informe al que tuvo acceso este diario.

VIGENTE

3 | FIELES El señor José Alonso es identificado por los denunciantes como uno de los colaboradores más cercanos de Aguilar. Alonso, cuando llegaba a una de las reuniones del grupo.

Hoy, Aguilar continúa reuniéndose con un grupo de mujeres , hombres y niños de Mocambo que aún lo siguen, pero en una casa en Club X de Bethania. Los encuentros fueron confirmados por este diario, que le dio seguimiento por tres semanas al grupo, así como el uso de trajes largos por las mujeres que acuden a la supuesta cita religiosa.

El grupo de 10 personas que antes encubría a Aguilar –entre ellos Leonel Rodríguez, Elida Rodríguez, Evangelisto Bonilla, Leovigildo Jordán, Agustín Jordán– aseguró que llevará el caso hasta las últimas consecuencias en el Ministerio Público y los juzgados correspondientes.

TESTIMONIOS

"El señor Aguilar es un depravado sexual, el cual nos quitó el honor de nuestra juventud. Aquel hombre que se hace pasar por Dios y con su mentira contagiosa ha logrado alzar un pueblo. El que se encarga de tener todo tipo de relación con mujeres ajenas y abusar sexualmente de nosotras las jóvenes. Yo fui una de ellas", agregó SVL, en su denuncia.

"Se metía con las adolecentes y empezaba a verlas y a manosearles su cuerpo desnudo, y con su psicología les decía que con ese acto estaría preparada para entrar al reino. Soy fiel testigo de esa causa ", dijo Jordán, tras señalar que su esposa Yargelis Rodríguez también participa de estas reuniones.

El problema ha generado la separación de varias parejas con hijos, y más recientemente una riña que terminó con un niña de cuatro años herida en la cara con un machete, el pasado 22 de febrero.

Lo más curioso es que el ex líder comunitario de Mocambo Abajo, Leonel Longa, se encuentra encarcelado por no haberse presentado a dos citaciones del Ministerio Público, también por denuncias de abuso sexual de menores.

Pero ello no ha impedido que Longa, detrás de las rejas, presente una denuncia contra Aguilar por la violación de su hija biológica S.V.L.

A través de una carta fechada el 11 de noviembre de 2007 con el aval del Centro Penitenciario La Joyita, Longa presentó el recurso ante la PTJ acusando a Aguilar de haber abusado de su hija aún menor de edad.

PERFIL

EL PERSONAJE: Noriel Aguilar, de 47 años, fue uno de los líderes de la comunidad Mocambo Abajo. Allí creó la Asociación para la protección del equilibrio humano y ambiental de Mocambo (Apheama), con personería jurídica No. 253PJ12. Aguilar dice que es ambientalista empírico, que a veces realiza trabajos de mecánica automotriz y que vende productos naturistas.

La Biblia mal interpretada


La Sagrada Escritura es una lámpara que ilumina nuestro caminar a la Casa del Padre, Salmo 119,105. Pero mal utilizada, nos puede llevar a daños físicos y morales y hasta a la perdición eterna. El mismo Demonio se valió de esta técnica para inútilmente hacer caer a Jesús.

El profeta Amos anunció (8,11) “ Que llegaría el día en que Dios mandaría hambre sobre la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la Palabra de Yahvé”. Como esta hambre de escuchar la Palabra de Dios es inherente a la naturaleza del hombre, que desea conocer a su Creador, debemos en esta búsqueda estar apercibidos de que infinidad de doctrinas erróneas inventadas por el hombre han tratado de basarlas, sus creadores, en la Biblia mal interpretada. Ya el apóstol Pedro lo advertía en 2 Pedro 3,16, que habría quien torcería su enseñanza para su propia perdición.

Alguien dijo: “ de la Biblia mal interpretada, se puede sacar hasta petróleo “

José Smith fundador de los mormones, basándose en el mandato divino de Gen. 1,22 y 35, 11 “ crezcan, multiplíquense … aprobó la poligamia.

José F. Rutherford, 2° líder mundial de los Testigos de Jehová apoyó la conocida negativa de los Testigos de Jehová de aceptar transfusiones de sangre, que tantas muertes ha causado entre ellos, en el texto de Hech. 15,20 cuando la Iglesia Primitiva proclamó un mandato transitorio y circunstancial de abstenerse de sangre.

Los líderes de los Adventistas del 7° Día, utilizando Ex.20,8 "recuerda el día sábado para santificarlo" obligan a sus adeptos a guardarlo como los judíos del A. Testamento y rechazan el Domingo "Dia del Señor" propio de los cristianos.

Los cristianos fundamentalistas: Iglesia de la fe en Cristo Jesús y otras de la misma línea doctrinal, leyendo Hech. 8,16 “…únicamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús” Dicen que los cristianos se deben bautizar sólo en el nombre de Jesús y no en el de las Tres Personas de la Sma. Trinidad, aunque esto último, es mandato expreso de Cristo Mat. 28,19.

La gran cantidad de Iglesias cristianas evangélicas citando Rom.3,28 “concluímos que el hombre es justificado por fe, sin las obras de la Ley" , proclaman que la justificación (salvación), se obtiene solo por la fe sin obras, en oposición a lo que dice Santiago 2,26.

En los Pentecostales, se han suscitado casos de personas, principalmente niños, muertos por que sus padres no recurren al médico para atender sus padecimientos, ya que creen, según Lc.8,48, que todo se cura sólo por fe y oraciones. En cambio los judíos, el pueblo de la Biblia, sí recurría a los médicos Eclo. Cap.39. Entre los apóstoles hubo un médico eminente: S. Lucas, Col. 4,14.

En San Luis Potosí, en una comunidad de personas de este tipo de doctrina, algunas de ellas cayeron muertas al inhalar gas butano. El Pastor les decía, que era la acción del Espiritu Santo (Heraldo de Chih. 1° de Enero de 1992).

Los seguidores de la orinoterapia (beber su propia orina), justifican esta práctica en el texto de Prov. 5,15 "¡toma el agua de tu propia fuente…!"

Las prácticas más descabelladas pueden tener apoyo en la Biblia mal interpretada, citar éstas, sería interminable. Para evitar ser víctimas de estos y otros daños tan terribles, vayamos a la Sagrada Escritura siempre atendiendo la interpretación del Magisterio de la Iglesia Católica a quien Jesús le dio este ministerio Luc. 10,16 y no quienes la proclaman al margen de éste.

José L. Fierro Cordova
México

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(Transcripción de una carta personal)

Por: (Semper Gaudens)

Correo electrónico: sempergaudens@gmail.com

Que el Dios de la gloria te bendiga siempre. Me dijiste que los hermanos están más entregados al amor en el Espíritu Santo. Que son más asiduos a la oración y a la Palabra de Dios. Bueno, hermano te ruego que ores por mí que necesito muchos sus oraciones.

Por ese amor te ruego que no te dejes confundir por los que andan predicando que hay que guardar el sábado porque -según ellos- es el día del Señor.

En primer lugar déjame decirte que el mejor día para albar a Dios es hoy; no ayer ni mañana sino siempre hoy. En cuanto a lo otro de cual es el día de la semana tenemos que consagrar al Señor desde los tiempos apostólico siempre ha sido el primer día de la semana y no el sábado. Pero desde los tiempos apostólicos hubo personas que criticaron a los que no guardaban el sábado porque –según ellos- había que cumplir la ley de Moisés.

En cuanto a esto ya el Apóstol nos advirtió que no debíamos inquietarnos por asuntos de comidas o bebidas o a propósitos de fiestas propias del Antiguo Testamento o el guardar el sábado.

“Por eso, que nadie los critique por cuestiones de alimento y de bebida, o de días festivos, de novilunios y de sábados.” (Colosenses 2, 16)

Como puedes apreciar en este texto no solo se habla de que el cristiano no esta obligado a guardar el sábado sino que también nos aclara que aquellas practicas de ley mosaica de prohibir ciertos alimentos o de conmemorar fiestas de la Antigua Alianza no era parte de la espiritualidad del creyente en Cristo. Lo de novilunios lo dice porque el calendario judío estaba basado en los ciclos lunares y por lo tanto algunas fiestas judías eran basadas en los ciclos lunares que llamaban novilunios.

Así es, hermano no permitas que nadie te señale por no vivir bajo los preceptos de la Ley de Moisés, puesto que nosotros no nos regimos bajo la ley sino por la gracia que viene de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Como San Pablo les explicaba a los hermanos en la carta a los Gálatas.

“Nosotros somos judíos de nacimiento y no

pecadores venidos del paganismo. Pero como sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo, hemos creído en él, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la Ley.” (Gálatas 2, 15s)

Es por ello que para nosotros es más importante los acontecimientos de la vida de nuestro Señor que las fechas que conmemora la ley de Moisés. Por eso guardamos el primer día de la semana que es el día en que el Señor con su gloriosa Resurrección nos saco de las tinieblas del pecado a luz de una vida nueva en su Santo Nombre.

En primer lugar quisiera aclararte algunos términos. El sábado en la Biblia representa el séptimo día de la semana. Es decir la semana estaba compuesta por siete días y el último día era el sábado.

Posterior al sábado se empezaba a contar otra semana. A este día que iniciaba la siguiente semana no se le tenia ningún nombre simplemente se le conocía en la Biblia como: “el primer día de la semana.” A este día (el primer día de la semana) posteriormente se le empezó a llamar el día del Señor que en español se designa como domingo que viene del latín dominĭcus die.

Debemos recordar que el primer día de la semana (domingo) fue el día en que resucitó el Señor.

“El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada” (Juan 20, 1)

Este es un acontecimiento de enorme importancia para nosotros tal y como nos enseña el Apóstol:

“Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra

predicación y vana también la fe de ustedes.”

(1Corintios 15,14)

También la venida del Espíritu Santo fue en la fiesta de Pentecostés que se conmemora tal y como dice la palabra de Dios el día siguiente al sábado, es decir el primer día de la semana que nosotros llamamos el domingo.

“También contarán siete semanas, a partir del día en que entreguen la gavilla ofrecida con el gesto de presentación, o sea a partir del día siguiente al sábado. Las semanas deberán ser completas.

Por eso tendrán que contar hasta el día siguiente al séptimo sábado: cincuenta días en total. Entonces ofrecerán al Señor una ofrenda de grano nuevo.”

(Levíticos 23, 15s)

Nadie puede negar lo importante de este día para nosotros, ya que se nos regaló el santísimo Espíritu del Señor que habita en nosotros y nos da vida.

Por eso nos reunimos para la fracción del pan (Eucaristía) el domingo es decir el primer día de la semana. Tal y como lo hacían los Apóstoles en la primitiva comunidad cristiana.

“El primer día de la semana, cuando nos reunimos para partir el pan…” (Hechos 20, 27)

No encontremos después de la resurrección del Señor en la Escritura ni en la sagrada Tradición a los apóstoles ni a sus discípulos enseñando que hay que reunirse para la fracción del pan los sábados. Por eso los que te perturban a ti y a los hermanos de seguro se la pasan citando textos de la Antigua Alianza para justificar sus falsa doctrinas.

Por eso yo los exhorto con las palabras del Apóstol San Pablo cuando nos dice:

“Pero ahora, que conocen a Dios -o mejor dicho, que son conocidos por él- ¿cómo es posible que se vuelvan otra vez a esos elementos sin fuerza ni valor, para someterse nuevamente a ellos? ¡Observar los días, los meses, las estaciones y los años! Francamente, temo haber trabajado inútilmente por ustedes.” (Gálatas 4, 9-11)

En efecto te ruego que dejes la discusiones vanas, para que entonces puedas ayudar a los hermanos a cumplir la Voluntad de nuestro Señor dentro de la Iglesia Católica que Él fundo como columna y fundamento de la verdad.

domingo, 20 de julio de 2008



LOS ALIMENTOS IMPUROS

(Transcripción de una carta personal)

Por: Semper Gaudens

Correo electrónico: sempergaudens@gmail.com

Bendito y alabado sea Dios Padre y su Hijo Jesucristo por siempre. Ante todo quiero darle gracias a Dios Padre por el Espíritu Santo que nos une en el amor en nuestra Santa Madre Iglesia Católica.

Ahora quiero contarte lo que me aconteció en casa de un amigo, mientras celebrábamos la boda de un hermano. Todo marchaba bien hasta que algunos invitados (quienes también eran hermanos en el Señor) empezaron a rechazar la comida y bebida que se les ofrecía. Muy extrañado les pregunte si se sentían bien, y me dijeron que si, pero que no comían estos alimentos porque eran impuros.

Esto me sorprendió mucho (ya que no eran judíos) así que les pregunte que si ellos sabían que ya no estaban sometidos a la Ley, y me respondieron que a ellos les habían dicho que para salvarse tenían que cumplir cono todos los preceptos de la ley de Moisés.

Entonces les dije a todos: el Señor Jesús hablo muy claro al respecto cuando dijo:

Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien.

Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!".Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola. El les dijo: "¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?". Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.

(Marcos 7, 18ss)

Entonces hermanos no es lo que entra por la boca del hombre lo que hace impuro al hombre sino lo que sale de su boca. Miren como el evangelista nos regala este comentario muy valioso al decirnos: “Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.”

Entonces si el Señor declaro puros los alimentos ¿quienes somos nosotros para declararlos impuros?

Por ello el Apóstol nos advirtió para que no cayéramos en engaños que el Reino de Dios no es asunto de comida ni bebida. No permitamos que perturbadores dañen la obra de Dios trayendo confusión y división en medio del pueblo de Dios. Para evitar esa discordias y discusiones ya San Pablo nos advertía al decirnos:

“Después de todo el Reino de Dios no es cuestión de comida o de bebida, sino de justicia, de paz y de gozo en el Espíritu Santo. El que sirve a Cristo de esta manera es agradable a Dios y goza de la aprobación de los hombres. Busquemos, por lo tanto, lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. No arruines la obra de Dios por un alimento.” (Romanos 14,17-20)

Porque lo lamentable no es que se abstenga de comer tal o cual alimento. En este asunto todos somos libres de comer o no comer. Pero no podemos pensar que será el alimento lo que nos hará agradable al Señor. Porque en ese aspecto da lo mismo comer o no comer.

Ciertamente, no es un alimento lo que no acerca

Dios: ni por dejar de comer somos menos, ni por

comer somos más. (1 Corintios 8,8)

No debemos preocuparnos por ese asunto, pues no nos quita ni nos pone nada a nuestra justificación ante Dios si se come con moderación y dando gracia a Dios.

Coman de todo lo que se vende en el mercado, sin hacer averiguaciones por escrúpulos de conciencia. Porque del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella. (1Corintios 10, 25-26)

Sin embargo les recomiendo que si algunos de ustedes desean abstenerse de comer algún alimento por cualquier razón (salud, pudor, costumbre…) sepan que no tienen nada que ver con su relación con Dios. A no ser que se abstenga como medio de mortificación para negarse a si mismo tomar su cruz y seguir al Señor… pero como todos sabemos cuando se hace eso normalmente lo hacemos con alimentos o cosas que nos agradan y que son licitas –es decir- que Dios no las prohíbe. Y lo más importante lo hacemos sin juzgar ni menospreciar al hermano que decide no abstenerse.

No caigamos en los mismo errores que cayeron otros juzgando y condenando a los hermano en razón de la comida o bebida, atentando de esa forma con la obra de Dios. Sepan más bien que:

Todo lo que Dios ha creado es bueno, y nada es

despreciable, si se lo recibe con acción de gracias,

(1Timoteo 4,4)