domingo, 20 de julio de 2008



LOS ALIMENTOS IMPUROS

(Transcripción de una carta personal)

Por: Semper Gaudens

Correo electrónico: sempergaudens@gmail.com

Bendito y alabado sea Dios Padre y su Hijo Jesucristo por siempre. Ante todo quiero darle gracias a Dios Padre por el Espíritu Santo que nos une en el amor en nuestra Santa Madre Iglesia Católica.

Ahora quiero contarte lo que me aconteció en casa de un amigo, mientras celebrábamos la boda de un hermano. Todo marchaba bien hasta que algunos invitados (quienes también eran hermanos en el Señor) empezaron a rechazar la comida y bebida que se les ofrecía. Muy extrañado les pregunte si se sentían bien, y me dijeron que si, pero que no comían estos alimentos porque eran impuros.

Esto me sorprendió mucho (ya que no eran judíos) así que les pregunte que si ellos sabían que ya no estaban sometidos a la Ley, y me respondieron que a ellos les habían dicho que para salvarse tenían que cumplir cono todos los preceptos de la ley de Moisés.

Entonces les dije a todos: el Señor Jesús hablo muy claro al respecto cuando dijo:

Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien.

Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!".Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola. El les dijo: "¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?". Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.

(Marcos 7, 18ss)

Entonces hermanos no es lo que entra por la boca del hombre lo que hace impuro al hombre sino lo que sale de su boca. Miren como el evangelista nos regala este comentario muy valioso al decirnos: “Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.”

Entonces si el Señor declaro puros los alimentos ¿quienes somos nosotros para declararlos impuros?

Por ello el Apóstol nos advirtió para que no cayéramos en engaños que el Reino de Dios no es asunto de comida ni bebida. No permitamos que perturbadores dañen la obra de Dios trayendo confusión y división en medio del pueblo de Dios. Para evitar esa discordias y discusiones ya San Pablo nos advertía al decirnos:

“Después de todo el Reino de Dios no es cuestión de comida o de bebida, sino de justicia, de paz y de gozo en el Espíritu Santo. El que sirve a Cristo de esta manera es agradable a Dios y goza de la aprobación de los hombres. Busquemos, por lo tanto, lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. No arruines la obra de Dios por un alimento.” (Romanos 14,17-20)

Porque lo lamentable no es que se abstenga de comer tal o cual alimento. En este asunto todos somos libres de comer o no comer. Pero no podemos pensar que será el alimento lo que nos hará agradable al Señor. Porque en ese aspecto da lo mismo comer o no comer.

Ciertamente, no es un alimento lo que no acerca

Dios: ni por dejar de comer somos menos, ni por

comer somos más. (1 Corintios 8,8)

No debemos preocuparnos por ese asunto, pues no nos quita ni nos pone nada a nuestra justificación ante Dios si se come con moderación y dando gracia a Dios.

Coman de todo lo que se vende en el mercado, sin hacer averiguaciones por escrúpulos de conciencia. Porque del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella. (1Corintios 10, 25-26)

Sin embargo les recomiendo que si algunos de ustedes desean abstenerse de comer algún alimento por cualquier razón (salud, pudor, costumbre…) sepan que no tienen nada que ver con su relación con Dios. A no ser que se abstenga como medio de mortificación para negarse a si mismo tomar su cruz y seguir al Señor… pero como todos sabemos cuando se hace eso normalmente lo hacemos con alimentos o cosas que nos agradan y que son licitas –es decir- que Dios no las prohíbe. Y lo más importante lo hacemos sin juzgar ni menospreciar al hermano que decide no abstenerse.

No caigamos en los mismo errores que cayeron otros juzgando y condenando a los hermano en razón de la comida o bebida, atentando de esa forma con la obra de Dios. Sepan más bien que:

Todo lo que Dios ha creado es bueno, y nada es

despreciable, si se lo recibe con acción de gracias,

(1Timoteo 4,4)

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